Menos de la mitad de los españoles ahorran para cubrir grandes imprevistos en comparación con los años de la anterior crisis, pero el ahorro sigue siendo una parte fundamental de la salud financiera.

Y aunque el ahorrador medio sigue siendo un hombre de más de 50 años, los millennials también se han apuntado al carro del ahorro: más de la mitad ahorran en planes de pensiones, un 44% tiene contratados depósitos bancarios y casi un 30% tiene invertidos sus ahorros en fondos de inversión. Pero, ¿qué tienen en común todas estas personas ahorradoras?

Características de los buenos ahorradores

Pese a que existen muchos perfiles distintos de ahorradores y muchas técnicas distintas para ahorrar, algunas características son comunes a todas aquellas personas que son conscientes y tienen control sobre sus finanzas personales.

Aquí te explicamos las 5 características principales de los grandes ahorradores. ¿Con cuáles te sientes identificado?

La disciplina de la hormiga

A la hora de ahorrar no hablamos de disciplina militar basada en el sufrimiento, sino de disciplina basada en la constancia. Comenzando poco a poco a integrar rutinas de ahorro como presupuestos mensuales, métodos de ahorro familiar, comparar antes de comprar, etc. conseguirás incorporar ese hábito y hacerlo casi sin darte cuenta.

No importa que pienses que no eres una persona lo suficientemente disciplinada, no es necesario. Basta con que elijas un método de ahorro y lo mantengas en el tiempo ¡aunque haya días que no lo hagas! Lo importante es que se convierta en un hábito que no te suponga mayor esfuerzo: ahorrar en la calefacción, en la factura del agua, en la compra de comida, en la adquisición de productos del hogar, etc.

Autoconocimiento financiero y emocional

Los buenos ahorradores son conscientes de su consumo y distinguen entre necesidad y deseo.

Esto no quiere decir que se priven de cosas que quieren, simplemente se compran caprichos dentro de su presupuesto y conociendo el impacto que dicha compra tiene en sus finanzas. Por eso también son personas honestas consigo mismas a nivel financiero, es decir, no intentan engañarse creando excusas para comprar caprichos como si fueran recompensas.

Si quieren tener un exceso de consumo lo toman en cuenta en sus finanzas, las reajustan y disfrutan del capricho.

Visión de ahorro concreta

Ahorrar por ahorrar es un motivo válido, pero hace falta una motivación de hierro para cumplir metas de ahorro sin ningún fin concreto.

Neurológicamente es más efectivo si nos marcamos un objetivo concreto y relevante para nuestra salud mental o financiera como, por ejemplo, saldar una deuda de X cantidad, comprar un automóvil, realizar un viaje, pagar los gastos fijos de vivienda y facturas, saldar cuentas con Hacienda, etc.

Por supuesto, la idea de tener un colchón para emergencias es un motivo más que suficiente, pero en dicho caso es mejor si fijamos una cantidad fija. ¿Por qué? De nuevo, porque así tendremos un objetivo claro que podemos alcanzar y nos motivará a conseguirlo para sentir la recompensa.

Una vez lleguemos a la cantidad deseada podemos volver a actualizar el objetivo de ahorro y vuelta a empezar.

Flexibilidad

Existen decenas de métodos de ahorro donde elegir. Pero lo más importante no es seguir un método a pies juntillas, sino adaptar la estrategia de ahorro a tus condiciones financieras.

Por ejemplo, ahorrar según tu edad, identificar los gastos innecesarios de tu consumo o dejar algún vicio personal que tenga gran impacto en tus finanzas. Ahora con la tecnología, existen innumerables apps que te pueden ayudar en tu proceso de ahorro.

Por otro lado, ahorrar no quiere decir siempre gastar menos, también puede significar ganar más. Puedes diversificar tus ingresos para aumentar tus ahorros y hacer tu economía más resiliente, ¡incluso haciendo cosas que te gustan!

Rutina: el ahorrador se hace, no se nace

Si no te identificas con los puntos anteriores, tranquilo ¡todo es práctica! Los grandes ahorradores no nacen sabiendo ahorrar de manera eficiente, son conductas aprendidas con el paso del tiempo.

Por eso, además de aprender a incluir diversas rutinas de ahorro en tu vida cotidiana, te recomendamos que ayudes a tu círculo cercano a ser conscientes de sus finanzas. Por ejemplo, si tienes hijos es importante crear conciencia financiera en la infancia; o si tienes pareja, plantear cómo organizar las finanzas conjuntas.