Te contamos en qué consisten estos créditos y cuál es la trampa a través de un testimonio real para que te lo pienses dos veces antes de coger uno.
Los créditos “rápidos” tienen tres diferencias de los créditos normales:
- Se conceden con gran rapidez (casi inmediatos).
- No se analiza tu capacidad de devolverlo. Con demostrar que posees una fuente de ingresos sólida mensual es suficiente.
- Te cobran un interés enorme, pero de esto no te das cuenta porque lo disfrazan.
Por lo general, la gente lo suele utilizar para un gasto puntual, comprar caprichos o para hacer compras sin que la pareja se entere. Aunque parece que nos pueda salvar de alguna situación, te cuento por qué es muy, pero que muy mala idea adquirirlos a través de la historia real de Ana.
Ana, atrapada por un crédito rápido sin salida
“Hace unos años, al separarme, tenía que comprar unos muebles. Una compañía financiera me ofrecía un crédito rápido: 800€, al cero % de interés durante tres meses. ¡Fantástico! ¿Cómo no cogerlo?
Cuando me tocó devolverlo la compañía me llamó y me dijo que podía alargarlo pagando solo 20€ al mes de interés y devolver la parte que pudiera cuando pudiera. ¡Fantástico de nuevo! ¿Cómo no aceptarlo? 20€ en vez de 800€ que tenía inicialmente.
Fui pagando los 20€ algunos meses y luego llegó un mes que por problemas laborales no pude pagarlos. Llamé otra vez a esta compañía y… ¿adivinas? ¡Fantástico! Podía sumar los 20€ a los 800€ que debía y ellos recalcularían cuánto me tocaba pagar en intereses, siempre y cuando fuera haciendo al menos un pequeño pago cada mes. No voy a contar todo lo que me pasó en los últimos años. En los meses malos la deuda siguió creciendo; en los buenos no me preocupaba mucho y tampoco fui reduciéndola.
El resultado es que unos años después debo más de 4000€ y tengo que pagar más de 100€ al mes, después de haber pagado a la compañía financiera más de lo que era el préstamos inicial. La situación ya no es “fantástica”. Incluso con trabajo fijo y un sueldo me cuesta afrontar los intereses y mucho más reducir la deuda… Temo que si las cosas van mal se dispare…”
Años después debo más de 4000€ y tengo que pagar más de 100€ al mes
¿A qué trampas se enfrentó Ana?
- Meterse en un gasto de la compra de varios muebles y que no tenía dinero para afrontar. Algo que podía haber hecho es comprarlo a plazos, o esperar un tiempo hasta comprarse uno alguno de los muebles.
- Buscó la solución más fácil: menos papeleo, menos preguntas y tener el dinero más rápido. Una opción que como hemos comprobado le ha salido mucho más cara.
- No hacer números para entender cómo se deuda subiría y subiría.
- No comparar otras opciones como el banco o la familia.
- Preguntar a la compañía que le cedió el crédito qué hacer con él. Lógicamente le explicaron opciones que solo benefician a la compañía y no a Ana.
¿Cómo podía haber evitado Ana la trampa del crédito rápido?
- Reduciendo ese gasto extra al máximo
- Explorando otras opciones como, por ejemplo, la familia o el banco. Finalmente a Ana, por suerte, le prestó dinero su madre para salir del círculo vicioso años después. Aunque también podía haber hablado con su banco, quien le facilitó un crédito a un interés mucho más bajo y con un plan de devolución que se ajustaba a su perfil.
- Durante los primeros tres meses en los que no tenía intereses, podía haber buscado otra alternativa, o al menos, haber tenido la disciplina de ir reduciendo poco a poco la deuda en los meses buenos en lugar de aumentarla hasta que no pudo controlarla.
Digamos que los créditos rápidos son el zorro y nosotros las gallinas. Requiere mucha disciplina y pericia para que no nos muerdan ya que nos atraen con condiciones y alternativas “¡fantásticas” a nuestros ojos, pero en realidad es solo una trampa para que nosotros solos nos metamos en ese círculo vicioso como en el que se metió nuestra amiga Ana.
Antes de coger un crédito rápido: pregunta a alguien de confianza, pregunta en tu banco y piensa en otras alternativas viables.