Figgers fue abandonado siendo un bebé al lado de unos botes de basura en Florida. Sus padres Nathan Figgers, de 74 años y Betty May, de 66, lo acogieron. Ellos tenían hijos propios, pero habían acogido a decenas de otros niños durante años. Habían dejado de hacerlo porque ya eran viejos, hasta que llegó Freddie.
Cuando Freddie empezó a hacer preguntas, Nathan le dijo la verdad:
“Tu madre biológica te abandonó y como yo y Betty no queríamos mandarte a casas de acogida, te adoptamos”. Él se sintió mal, pero su padre le dijo “Nunca dejes que eso te indisponga”.
Sus padres le dieron amor, tanto que nunca sintió la necesidad de buscar a su familia biológica, pese al constante bullying que sufría. Lo llamaban “niño basura”.
Consiguió un tesoro
Nathan tenía dos trabajos. Betty May era trabajadora agrícola y no tenían mucho dinero. Pero cuando Freddie cumplió 9 años le compraron una computadora Macintosh averiada.
Un fin de semana fueron a una tienda de segunda mano donde compraron una computadora vieja y dañada por US$24. Como no prendía, la desarmó y descubrió el problema. Arregló el componente roto y todo fluyó con normalidad. Como su padre tenía muchas herramientas de mantenimiento, pudo repararlo.
Tomó partes de una radio despertador y las soldó. Luego de 50 intentos logró que la computadora funcionara. Así supo que eso quería hacer en su vida. A los 10 y 11 años aprendió a codificar y a escribir programas básicos.
Su primer trabajo
En su escuela no tenían un técnico de computadoras, así que cuando una máquina dejaba de funcionar, la desconectaban y sacaban. Él las recogía y reemplazaba las partes dañadas de unas con las buenas de las demás.
La directora ejecutiva del programa postescolar era la alcaldesa de la ciudad de Quincy. Cuando vio lo que Freddie había hecho, pidió permiso a sus padres y se lo llevó al ayuntamiento. Allí tenían varias computadoras averiadas y comenzó a ganar $12 dólares la hora.
Un enorme salto
A los 15 años seguía trabajando para la municipalidad. Una firma ofreció un programa para monitorear los medidores de presión de agua por US$600.000. Los funcionarios le encargaron a Freddie el programa, quien les creó lo que necesitaban por el mismo dinero que venía ganando. Allí tomó la decisión de dejar la escuela y empezar su propio negocio.
Todo iba bien hasta que un día su padre comenzó a sufrir de Alzheimer. Entonces, para evitar que se perdiera les abrió las suelas a sus zapatos, les puso un circuito con un micrófono, parlante y una tarjeta de red de amplio alcance y lo integró con su laptop.
Cuando su padre desaparecía, solo presionaba el botón de su laptop y preguntaba dónde estaba o que le describiera el lugar.
Freddie vendió la tecnología del zapato inteligente que creó para cuidar de su padre por US$2 millones. Pero su padre murió.
La FCC es la Comisión Federal de Comunicaciones le dio, luego de muchos intentos, la concesión a Freddie para una empresa de telecomunicaciones en las áreas rurales de Estados Unidos, Figgers Communications. La obtuvo a los 21 años.
Él es una clara muestra de que, no importa de dónde venimos ni nuestra clase social, si somos buenos en lo que hacemos y sentimos pasión por ello, podemos llegar lejos.